miércoles, 7 de julio de 2010

Se cumplen cien años del nacimiento del hidalgo que inventó al “Doctor Thebussem” (III)


El capítulo de las originalidades del bonísimo Doctor Thebussem es inagotable. Los que sólo conocían al escritor a través de sus concienzudos escritos "Cartas sobre el comedor y la cocina", "Cuchara, tenedor y cuchillo", "Disertación sobre el arte culinario y notas gastronómicas de la Corte", "La mesa moderna", "Los alfajores de Medina Sidonia" y otros trabajos no menos substanciosos, tuviéronle razonablemente no sólo por émulo aventajado de Martínez Mantiño y del anónimo redactor del "El común modo de guisar", sino también por aficionado al disfrute de los placeres de la mesa. Y unos le enviaron nombramientos de vocal honorario de la Sociedad Gastronómica de Londres, y de Presidente del Arte Culinario de Madrid, y otros le ofrecieron expléndidos banquetes.
Y todos quedáronse pasmados al encontrarse con que el presunto sibarita aventejaba en frugalidad a los ermitaños del yermo. Entre los banquetes con que lo festejaron, merece mencionarse el almuerzo, netamente español, que en las cocinas del Palacio Real le ofreció el cocinero real. Presidió el almuerzo S. M. el Rey D. Alfonso XII , y alguien adivinó en el Doctor Thebussem el deseo de llevar a su colección -como recuerdo del agasajo- un plato de la vajilla regia en que fué servido el yantar. El cocinero mayor se atarugó; ansiaba complacer al invitado, pero le estaba rigurosamente prohibido disponer, ni en venta ni para regalo, de una sola pieza del servicio. El Monarca, advertido del apuro en que se hallaba el jefe del departamento encargado de atender a la oficina del estómago de los Soberanos, golpeó, con un cuchillo, hasta desconchar levemente, el borde de un plato blasonado con el escudo y cifras Reales, llamó al cocinero, entrególe el plato minúsculamente descantillado, y le dijo, sonriendo:
- Puedes disponer de esta pieza, porque ya no debes presentarla a mi mesa.
Y el Doctor Thebussem quedó satisfecho y hondamente reconocido.

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