viernes, 30 de julio de 2010

Fiesta en Los Alburejos en honor del poeta Jean Cocteau


Gratísima resultó la fiesta campera ofrecida por el presidente de la Diputación, Alvaro Domecq, en su finca de Medina Sidonia, Los Alburejos, en honor del poeta francés Jean Cocteau. Asistieron los profesores y alumnos del los Cursos de Verano; José María Pemán; el director de ABC, Luis Calvo; y el director teatral, Luis Escobar.

En la plaza de toros de la finca fueron soltadas tres reses que fueron toreadas por Rafael de Paula y Rafael Ortega. Alvaro Domecq y su hijo Alvarito hicieron una espléndida exhibición de rejoneo. Los alumnos de los Cursos de Verano tuvieron la oportunidad de bajar al ruedo para dar unos pases a varios becerros.

Posteriormente los invitados pasaron a la terraza de Los Alburejos donde se sirvió un espléndido almuerzo.

En la foto, el rector de los Cursos, José María Pemán, con el poeta Jean Cocteau y el presidente de la Diputación, Alvaro Domecq.

Publicado en Diario de Cádiz el 28 de Julio de 1960.

viernes, 23 de julio de 2010

Se cumplen cien años del nacimiento del hidalgo que inventó al “Doctor Thebussem” (IV)


En el mes de mayo del año 1871 se autorizó de Real orden el uso de la tarjeta postal, con franqueo más económico que el de las cartas. Transcurrieron dos años y las tarjetas no aparecían. Entonces, el Doctor Thebussem, ajustándose estrictamente a lo preceptuado en la Real orden, costeó, para uso propio, una edición de tarjetas postales; muchos particulares imitaron al Doctor, y el resultado fue que, cuando el Gobierno lanzó la emisión oficial, ya las tarjetas postales llevaban circulando más de seis meses, merced a la feliz iniciativa de Thebussem.
A las originalidades del mismo benemérito escritor se deben también – según a consignado Monner y Sans – la resurrección en España del colofón, utilísimo para bibliófilos y bibliógrafos, y el haber dado a conocer en la Península la existencia del exlibris.
Cuando sus numerosos y bien pensados artículos acerca de Comunicaciones postales lograron fijar la atención del Gobierno, que encontró en ellos orientaciones y enseñanzas aprovechables y prontamente aprovechadas, consideróse de justicia recompensar al que, con acierto patriótico, venía afanándose por mejorar las condiciones de un servicio oficial que constituía fuente abundantísima de ingresos. Consultase a Don Mariano Pardo de Figueroa acerca de la merced que sería más de su agrado, y el Doctor Thebussem contestó que cifraba su ambición en ser cartero honorario, con uso de uniforme y sin sueldo, porque, así como el Conde de Villamediana fue el primer correo mayor del Reino, él aspiraba a ser el último correo menor. Tomóse a broma la respuesta; renovóse la consulta, porfió en su empeño el consultado y, al cabo, expediósele, “como se pide”, un artístico Real despacho de nombramiento de “cartero honorario de España y de sus Indias” con uso de uniforme, sin sueldo y con derecho a franquicia postal.
Complacióle tanto este título que no quiso ostentar ningún otro en su vida, y se orgulleció en lucirlo, estampándolo en membretes y sellos, y para llevarlo dignamente y en conciencia, aprendió y practicó las manipulaciones del servicio: “trabajó en mesas de batalla, selló pliegos, formó paquetes, precintó sacas, viajó en ambulancias y sirvió plazas de peatón y de ordenanza, lo mismo que de cartero rural y urbano”.

lunes, 12 de julio de 2010

Asidonenses ilustres: Almirante Cervera



Pascual Cervera Topete nació el 18 de febrero de 1839 en Medina Sidonia (Cádiz). Su padre fue oficial del Ejército que luchó contra las tropas de Napoleón durante la guerra de la Independencia.
El 3 de julio de 1898, en aguas de Santiago de Cuba, presentó batalla a la flota del almirante Sampson, muy superior en número, siendo vencida la escuadra española tras un desigual y heroico combate. Cervera y sus superiores mantenían posturas enfrentadas sobre la forma en que se debía actuar. Acató siempre las órdenes recibidas, pero lo hizo a regañadientes, en el último momento y mostrando su disconformidad.
Cervera fue hecho prisionero en la batalla. Otra suerte corrió el Capitán de Navío Fernando Villaamil, auténtico héroe y mártir de la batalla, que resultó muerto en combate a bordo del Furor. El Capitán de Navío Joaquín Bustamante no participó en la batalla, pues había desembarcado al mando de las columnas de desembarco, resultó herido en la Batalla de las Colinas de San Juan, cerca de Santiago de Cuba y falleció pocos días después.



Tras la guerra de Cuba, Cervera tuvo que soportar la incoacción de un procedimiento contra él y sus oficiales supervivientes. El cual, tras el clamor popular y las voces que se pronunciaron a su favor desde el exterior, dieron como resultado el sobreseimiento de la causa y la restitución del honor del Almirante.
Falleció once años más tarde, después de ocupar varios cargos importantes y sus restos descansan en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando.

Cervera era un veterano de la Armada Española altamente condecorado. Sirvió con distinción durante las Guerras Carlistas antes de retirarse del servicio activo para convertirse en Ministro de Marina. Desde su muerte, siempre ha existido un barco con el nombre de Almirante Cervera en la Armada Española.

miércoles, 7 de julio de 2010

Se cumplen cien años del nacimiento del hidalgo que inventó al “Doctor Thebussem” (III)


El capítulo de las originalidades del bonísimo Doctor Thebussem es inagotable. Los que sólo conocían al escritor a través de sus concienzudos escritos "Cartas sobre el comedor y la cocina", "Cuchara, tenedor y cuchillo", "Disertación sobre el arte culinario y notas gastronómicas de la Corte", "La mesa moderna", "Los alfajores de Medina Sidonia" y otros trabajos no menos substanciosos, tuviéronle razonablemente no sólo por émulo aventajado de Martínez Mantiño y del anónimo redactor del "El común modo de guisar", sino también por aficionado al disfrute de los placeres de la mesa. Y unos le enviaron nombramientos de vocal honorario de la Sociedad Gastronómica de Londres, y de Presidente del Arte Culinario de Madrid, y otros le ofrecieron expléndidos banquetes.
Y todos quedáronse pasmados al encontrarse con que el presunto sibarita aventejaba en frugalidad a los ermitaños del yermo. Entre los banquetes con que lo festejaron, merece mencionarse el almuerzo, netamente español, que en las cocinas del Palacio Real le ofreció el cocinero real. Presidió el almuerzo S. M. el Rey D. Alfonso XII , y alguien adivinó en el Doctor Thebussem el deseo de llevar a su colección -como recuerdo del agasajo- un plato de la vajilla regia en que fué servido el yantar. El cocinero mayor se atarugó; ansiaba complacer al invitado, pero le estaba rigurosamente prohibido disponer, ni en venta ni para regalo, de una sola pieza del servicio. El Monarca, advertido del apuro en que se hallaba el jefe del departamento encargado de atender a la oficina del estómago de los Soberanos, golpeó, con un cuchillo, hasta desconchar levemente, el borde de un plato blasonado con el escudo y cifras Reales, llamó al cocinero, entrególe el plato minúsculamente descantillado, y le dijo, sonriendo:
- Puedes disponer de esta pieza, porque ya no debes presentarla a mi mesa.
Y el Doctor Thebussem quedó satisfecho y hondamente reconocido.

La obra del mes: Esperanza

  Dice que la esperanza es lo último que se pierde. Traemos esta entrada con una de las representaciones de las virtudes teologales que se e...