La imagen de la Purísima que traemos hoy a esta sección preside la hornacina principal de un altar lateral de la iglesia de Santiago. Previamente perteneció al altar del sagrario del convento de San Francisco, pasando a Santiago, como pasó con otras obras, tras la desamortización y exclaustración del convento a mediados del siglo XIX.
Se trata de una magnífica escultura barroca de la escuela sevillana. De tamaño pequeño, está tallada en madera, siendo estofada primero y aplicándose una rica policromía posteriormente.
Recoge la escultura una de las iconografías principales del dogma de la Inmaculada Concepción. Así, sobre una nube de ángeles y la media luna, la Virgen aparece coronada en clara referencia al pasaje del Apocalipsis (“Una mujer cubierta del sol, y la Luna debajo de sus pies, y en su cabeza una corona de doce estrellas”). Con la mirada baja y las manos en actitud orante, la preciosa talla nos muestra la riqueza de la policromía de la túnica, así como del manto que rodea a la Purísima. Tanto la talla como el retablo en el que está es obra de Felipe de Ribas, ejecutándola en 1640.
Con su pertenencia al antiguo convento franciscano, podemos destacar la importancia de esta Orden en la definición y defensa del dogma de la Inmaculada. Desde que Duns Escoto sentara las bases teológicas para su promulgación, los franciscanos han jugado un papel importante en la difusión de la Purísima Concepción Inmaculada de la Virgen María.
Agradecemos a Yolanda Pérez Cruz el permitirnos usar las fotografías, publicadas en su blog
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