martes, 13 de octubre de 2015

Las tarjetas postales y el Dr. Thebussem (I)

Mariano Pardo de Figueroa y de la Serna (1828-1928) fue un aristócrata que nació y vivió en Medina Sidonia, estudió y se doctoró en derecho, pero como tenía por familia tierras y dinero, se dedicó a lo que se dedicaban muchos aristócratas ingleses pero casi ninguno de los españoles: a viajar, a conocer idiomas, a estudiar temas diversos, a saber y disfrutar con la cultura. Todo lo cual lo complementó relacionándose con personas que le resultaban culturalmente interesantes, mediante correspondencia postal, y compartiendo lo que sabía en publicaciones españolas y extranjeras. Producción literaria sobre asuntos interesantes y curiosos, generalmente salpicados de fina ironía, que firmaba con el seudónimo Doctor Thebussem. Anagrama de 'embustes', con el añadido de la 'h' para darle al nombre, según decía el bromista don Mariano, un aire de hispanista alemán.

Uno de los temas de los que se ocupó el Dr. Thebussem fue la historia de los servicios de correos, por eso, tras la aprobación en 1869 de las primeras tarjetas postales por la Administración postal austro-húngara, y después de que el periódico madrileño La Época anunciase, el 22 de mayo de 1871, que se pondrían en práctica en España "a más tardar desde el 1 de julio", el erudito asidonense publicó un artículo en dicho periódico, el 25 de julio, ilustrando y dando su opinión sobre el asunto. El primero que se publicó en España, que yo conozca, sobre la materia.


En dicho artículo Thebussem dice que le parecería más adecuado que, en castellano, se denominase 'carta-tarjeta' en vez de 'tarjeta-postal', pasando a describir una postcard inglesa que ya él tenía. También comenta cómo el enorme éxito popular que había tenido en Inglaterra, había minimizado las críticas a que las nuevas tarjetas, con el sello impreso, llevasen los textos al descubierto. Argumento válido si los gobiernos hubiesen prohibido la circulación de las cartas cerradas, pero sin fundamento si el envío de las tarjetas dependía de la libre voluntad de los remitentes. Considerando tan lógicas las quejas de los comerciantes de papel y sobres por la bajada de sus ventas, como su alegría y de parte del público por las nuevas tarjetas postales. "Estas ligeras cartulinas de las cuales llevaremos siempre provisión en nuestras carteras, nos permitirán escribir en el ferrocarril, en el teatro, en el café, en el coche, en medio de la calle; no nos hará falta ni papel, ni sobre, ni tinta, ni sello; y si del orden material pasamos al moral, tendremos también una gran economía de palabras y de fórmulas de cumplimiento". Saludable concreción de los textos por razón de espacio que, al pretender que no se entendieran por otra persona que no fuese el destinatario, terminaban siendo crípticos.

Finalmente, Thebussem comenta que, aunque no se conocía aún el tamaño, la forma y los textos de la próxima tarjeta postal española, esta debería incluir, con más razón que en Inglaterra por el atraso de la población, unas normas claras para el buen uso de las mismas. Ofreciendo un posible modelo de tarjeta con dichas normas. Finalmente, manifestaba su previsión de que esta nueva modalidad postal triunfase en España más que en Gran Bretaña, pues si allí "el tiempo es dinero", aquí, donde "la pereza es piedra preciosa", será delicioso para un hidalgo español despachar una decena de tarjetas en el tiempo que ante necesitaba para una carta.


Publicado en Diario de Cádiz el día 11 de octubre de 2015.

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