sábado, 10 de febrero de 2018

Centenario de la muerte de Thebussem


Hoy se cumplen cien años de la muerte del insigne asidonense Mariano Pardo de Figueroa. Nos queda todo un año por delante para homenajear al escritor, bibliófilo, historiador y erudito abogado.
A modo de homenaje, reproducimos un extracto de las memorias que escribió José Amosa Utrera, y que se publicaron en la añorada revista Puerta del Sol (pulsa aquí para leer entero el texto):

"Don Mariano, que inmortalizó en la república de las letras el pseudónimo de DOCTOR THEBUSSEM, falleció en su Ciudad natal el día 11 de Febrero de 1918, a las diecisiete horas, momento en que quedó paralizado aquel prodigioso cerebro junto con su corazón, a los 89 años de edad; a consecuencia, según el parte facultativo, de debilidad senil. Al conocerse la triste noticia, la casa que habitaba el Doctor se llenó de personas de todas las clases sociales, para expresar su sentimiento de pesar por la muerte de tan ilustre personaje que por todos fue siempre querido, respetado y admirado.

Yo, que por mis pocos años, recorría constantemente todas las dependencias del inmueble con la inquietud que el triste acontecimiento y aquel gentío me producía, fui a su dormitorio, donde el cadáver se encontraba, que parecía estar mirando el cuadro de la Dolorosa con su puñal de plata atravesándole el corazón. Éste, juntamente con la lápida que contenía el epitafio visigótico a Servanda que se encontraba colocada en el patio y el Morrión de Fermoselle, constituían las tres antiguallas que Don Mariano, en varias ocasiones, me había hecho conocer y que constituían un tesoro muy estimado.

También, un poco más tarde, pasé por el salón donde había sido colocado el féretro todavía descubierto, en el que yacía el cadáver vestido con el uniforme bordado en plata, con el que le habían obsequiado los Jefes y Oficiales de Correos cuando fue nombrado Cartero Honorario de España y de las Indias; que aparecía cubierto con el hábito de Caballero de Santiago, y tocado con el birrete de la misma Orden.

El acto del sepelio tuvo lugar al siguiente día 12, constituyendo una impresionante manifestación de pesar, figurando en el cortejo fúnebre todo el Venerable Clero, con Cruz alzada y diversos estandartes. Detrás del féretro iban, además de sus familiares, las personas que eran o fueron miembros de la Corporación Municipal, precedidos de los Maceros y Clarinero; las cuales se turnaban en el gobierno municipal en los distintos procesos electorales, unos como miembros del partido Conservador y otros del Liberal, que eran los núcleos políticos que en aquel entonces predominaban, y que en el acto del sepelio vestían levita y relucientes sombreros de copa; detrás, la inmensa muchedumbre que quiso rendir su último tributo a tan preclaro asidonense o medinés, gentilicio que gustaba más de utilizar el fallecido.

Encontrándose mi padre entre los asistentes al entierro, utilicé su ausencia, para, mezclado entre la chiquillería, acompañar también al cadáver hasta el Cementerio Católico, donde hasta un día antes estuvo colocada una lápida cubriendo un nicho, en la que se leía "VACIO propiedad de Mariano Pardo de Figueroa", pues, desde bastante tiempo antes de su muerte, no sólo tenía adquirido en propiedad dicho lugar, sino que además, en un almacén existente en su domicilio, cuyo suelo estaba, por cierto, forrado de zinc, tenía guardado el que debía ser su féretro y también los candelabros y velas que debían estar encendidas las horas que, después de su muerte, permaneciera en su domicilio.

Poco antes de ocurrir este triste suceso, la revista "Coleccionismo" organizaba un homenaje nacional al Doctor Thebussem, acuñándose con este motivo medallas conmemorativas, de las que poseo una de plata y otra de bronce, y cuyo homenaje no llegó a celebrarse por la causa expuesta".

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