Afirmada la antigüedad de la primera capilla agustiniana y usando como auxiliares históricos de luz los vestigios lapidarios que se conservan, puédese asegurar que por los años 630, dos siglos después de su erección, fué reedificada por un devoto llamado LEPERO y consagrada a Dios por el prelado asidonense PIMENIO; existe en efecto una lápida en el recinto que sirviera de primitivo templo y que en la actualidad hace de sacristía una lápida que reza "Lepero RE, vomit..." y otra lápida adosada al presente a una de las columnas da a entender que fué hecha la reedificación en el año II del Pontificado de Pimenio.
Al ocurrir la invasión sarracena y caer la Ciudad en poder de los musulmanes, hubieron de ausentarse del casco de la población los canónigos o presbíteros de la Iglesia principal, no sin pactar antes con Muza el traslado de los Vasos Sagrados a la Ermita, en la que, por encontrarse extramuros, pudieron ejercer los actos de Culto, explicando su situación que lejos de ser destruída por el torrente asolador de los invasores, pudiera sobrevivir incólume, no así la ciudad, sirviendo por encontrarse en el camino real de sitio de refresco y descanso a las tropas en marcha.
