Tota pulchra es, Maria,
et macula originalis non est in te.
La primera de las representaciones iconográficas de la serie sobre la vida de la Virgen María que recogen las hornacinas del retablo de Santa María hace referencia a la antífona de las segundas vísperas de la festividad de la Inmaculada Concepción de María ("Toda hermosura es, María...")
En el centro, girada levemente hacia un lado, sobre peana y en actitud orante, aparece María rodeada de una ráfaga dorada. Está vestida con un manto azul con una ancha cenefa roja, con rico estofado.
La rodean representaciones alegóricas de las letanías lauretianas: "Espejo de justicia", "Trono de sabiduría", "Vaso espiritual", "Estrella de la mañana", "Torre de marfil", "Puerta del cielo". Aparecen también otras alegorías bíblicas ("Tronco de Jesé", "Escalera de Jacob"), referentes a la virginidad perpetua ( "Fuente sellada", lirios blancos, "Ciudad amurallada", ciprés y palmera) o a su Inmaculada Concepción (sol, rosas...).
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