¡Resucitó de veras!
La escena, dotada movimiento, la conforman cuatro esculturas. Ante un grupo de soldados que observan la escena con sorpresa, Cristo aparece en el centro, portando una cruz con estandarte, en el momento en que resucita de su tumba. Se presenta desnudo, tapado por un manto rojo con roelos que ondea al viento.
Eleva el brazo en actitud triunfante, al igual que su mirada. Se aprecian las heridas sufridas durante la crucifixión. Le rodea, como hemos dicho, tres soldados que observan la escena atónitos.
El soldado presente a la izquierda, ataviado con atuendos militares, gira la cabeza practicando un pronunciado escorzo con la intención de ver el milagro. El soldado de la derecha, semioculto por el estandarte, se gira, tratando de desenvainar la espada que porta al cinto.
En cambio, el soldado situado frente a Cristo permanece dormido plácidamente. Viste coraza, y lleva en el brazo izquierdo un escudo redondo sobre el que se apoya.
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